Por: Byron Andino Veloz
Reinas y reinados, concursos de belleza, tradición
y costumbres. ¿Dónde está la razón?
Llegaron las fiestas de Quito. La
elección de la reina de la ciudad fue interrumpida por un grupo de personas de
un movimiento antitaurino. Al siguiente día, Bernardo Abad del noticiero de la
comunidad de Teleamazonas dio un gran ‘sermón’ dirigido a este grupo por haber
quitado la ‘belleza’ y el éxito de este acto.
Desde hace décadas se ha
incrementado y normalizado las elecciones de reinas en la cotidianidad de los
países extranjeros y también de nuestras ciudades. Se ha impuesto normas a seguir, para que tan solo un número contado
de mujeres sean puestas en la esfera pública y se conviertan en paradigmas o
modelos de ‘belleza’.
Es tan normal que realicemos
eventos, programas o actos que solo han permanecido por tradición o costumbre.
No se ha tomado en cuenta ni se ha discutido socialmente las causas y efectos
que producen los mismos. Aquí daré un punto de vista acerca de dónde nace este
pensamiento y por qué se ha dado tanta magnitud a las elecciones de reinas en
las sociedades.
El origen de los concursos de
belleza modernos puede encontrarse en Miss Estados Unidos, en Atlantic City en
1921. Anterior a esto también se elegía simbólicamente a reyes y reinas en
distintos lugares del mundo, pero no se le daba la magnitud como la que ahora
se le entrega.
El mundo de Occidente (Europa y
Estados Unidos) ha marcado modelos para que el mundo los siga. La moda fue un
fenómeno que acarreó el inicio de estos eventos, pues fueron apoyados por las
élites de la época, ya que les interesaba expandir su poderío económico a causa
de estas ventas.
Haciendo referencia a Pierre
Bordieu en su libro El Sentido de la
Distinción, se podría denominar a estos eventos como un sistema de diferencias sociales jerarquizadas,
en función de un sistema de legitimidades
socialmente establecidas. Hablamos de un orden social que solo promueve una
“distinción”, alejamiento, enclasamiento
de las personas.
Los concursos de belleza son un
claro ejemplo de esta “distinción”. Aquellos paradigmas y normas intentan que
las personas se adapten a ello, en la actualidad utilizan cirugías, compran
ropa y cosméticos. Es un sistema cerrado. Los que no se adhieran, se les
excluirá socialmente por no estar dentro de aquellos parámetros. ¿Recuerdan que
en los concursos han pedido una altura mínima de las candidatas para poder
postularse?, y ¿cómo y quién elige a las candidatas?
Todavía hay un gran pensamiento
materialista y lucrativo, y que no devuelve la importancia del ser, y no del
poseer o aparentar. La inteligencia y el buen accionar no se las muestra con el vestuario o bonitas palabras, sino con la práctica y el
actuar en búsqueda del bien común.
Hasta ahora no se ha visto en Ecuador
a una candidata indígena. Fríamente se ha incorporado a mujeres
afrodescendientes, y no hay mujeres que físicamente rompan con los esquemas en los
concursos. Todo esto ‘gracias’ al pensamiento occidental, donde se otorga medidas,
y restricciones para que otras no puedan ingresar. Así se reproduce una
diferenciación en la “posición en la escala social”, ya que unas estarán
legitimadas por entrar en tales características, y otras no.
Rotundamente no es justo lo que
sucede en estos eventos.
La clase burguesa es quien impone
estos paradigmas de ‘belleza’. No acuden al uso de la razón en este grupo,
porque imponen la total individualidad. Se aliena u obliga a las personas, no
se actúa para bien de todos. Se impone el pensamiento mercantilista, en vez de
tener un pensamiento que analice todo lo que podría afectar a la sociedad con
estos programas (discriminación, distinción, etc).
¿Qué podemos hacer ante toda esta
maquinaria de ideas que perjudican a la sociedad y reproducen aquellas cosas
negativas? La Escuela de Frankfurt, con Horkheimer y Adorno, nos recomienda que
todo aquello que no se apega a la razón debe ser desechado históricamente. Con ello se lograría una transformación social hacia lo positivo.
Adorno también nos plantea que se
niegue la identidad absoluta del sistema (universalización de la
irracionalidad), porque se oprime al ser humano. La pretensión de una
‘totalidad’ excluye, perjudica e infunde incorrectamente que todo lo ‘distinto’
es negativo. Así se plantea un mundo unicultural, y no intercultural (relación
y convivencia entre todos).
Los seres humanos nacemos en un
mundo estructurado, las ideas o costumbres que se hacen fuera de la razón
abundan. El hombre “elige sin decidir” y se convierte en un centro de reacciones
conductuales predecibles, dadas por cosas que ya se han construido y que se
imponen. ¿Somos libres, o estamos encerrados contra nuestra voluntad en aquella
estructura?
Hay que deconstruir (reformar
algo para bien) varias cosas que hacen daño al mundo y que solo levantan
‘paredes’ para dividirnos, hay que actuar y ser críticos ante lo negativo.
Que la razón vuelva a todos. Que
la tradición sea analizada para ver qué consecuencias trae, y allí recién
decidir si vale la pena o no conservarlas.
¿Abolición, deconstrucción? ¿Qué
se debe hacer? Es momento de debatir y ver las causas y consecuencias de cada
evento, así se podrá obtener mejores conclusiones.